En medio de una tormenta política que amenaza con salpicar al círculo más íntimo del obradorismo, el gobierno de Claudia Sheinbaum ha optado por el blindaje institucional.

La secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, salió al paso de las acusaciones que vinculan a altos mandos de la Marina y a funcionarios cercanos al senador Adán Augusto López con redes de corrupción y crimen organizado, defendiendo la “rectitud” del expresidente Andrés Manuel López Obrador y denunciando una “campaña de desprestigio” orquestada por la oposición.

La crisis tiene dos frentes: el caso de huachicol fiscal, que involucra contrabando de combustible disfrazado de aditivos para evadir impuestos, y los presuntos nexos entre Hernán Bermúdez, exsecretario de Seguridad en Tabasco, y La Barredora, célula del Cártel Jalisco Nueva Generación. Ambos casos apuntan hacia figuras clave del sexenio anterior, y han encendido los reflectores sobre los hijos del expresidente y sobre el senador López, considerado por muchos como su “hermano político”.

Desde la tribuna de San Lázaro, Rodríguez aseguró que “nunca recibió una instrucción incorrecta” de López Obrador, y que el exmandatario “siempre dio ejemplo de rectitud”. Mientras tanto, diputados oficialistas coreaban el ya clásico “¡Es un honor estar con Obrador!”, en una escena que recordó los mítines de campaña más que un ejercicio de rendición de cuentas.

La oposición, por su parte, ha elevado el tono. El PAN presentó una denuncia contra los hijos de López Obrador por corrupción y robo de hidrocarburos, mientras el PRI pidió la intervención de agencias estadounidenses para investigar al senador Adán Augusto.

En paralelo, el gobierno de Tabasco ha reservado la información patrimonial de Bermúdez, alegando que su divulgación podría entorpecer las investigaciones.

Aunque Rodríguez prometió “cero impunidad”, también advirtió contra las “campañas de linchamiento” sin pruebas. El dilema para Sheinbaum es claro: ¿hasta dónde está dispuesta a llegar su administración cuando las sombras alcanzan a quienes fueron pilares del movimiento?

Mientras el oficialismo canta loas al líder, el pueblo —ese que “no es fácil de engañar”, según Rosa Icela Rodríguez— observa, juzga y espera.