La reciente campaña publicitaria de American Eagle, protagonizada por la actriz Sydney Sweeney, ha generado una intensa controversia en redes sociales y medios de comunicación debido a su eslogan y las interpretaciones que este ha suscitado.

Lanzada el 23 de julio de 2025 para promocionar la colección de otoño y la edición limitada de jeans “The Sydney Jean”, diseñada en colaboración con la estrella de Euphoria, la campaña ha sido acusada de promover mensajes asociados con la supremacía blanca y la eugenesia, desatando un debate polarizado sobre el uso del lenguaje en la publicidad.

El núcleo de la controversia radica en el eslogan “Sydney Sweeney Has Great Jeans”, un juego de palabras en inglés que aprovecha la homofonía entre “jeans” (vaqueros) y “genes” (genes). En los materiales promocionales, la frase aparece con la palabra “genes” tachada y reemplazada por “jeans”, mientras Sweeney, de 27 años, posa con los pantalones de mezclilla.

En un video, la actriz explica: “Los genes se transmiten de padres a hijos, determinando rasgos como el color de cabello, la personalidad o el color de ojos… Mis jeans son azules”, enfatizando el doble sentido. Sin embargo, este enfoque creativo ha sido interpretado por muchos como problemático, especialmente por la apariencia de Sweeney —rubia, de piel clara y ojos azules—, que algunos vinculan con estándares de belleza asociados históricamente a ideologías eugenésicas y racistas.

Críticos en plataformas como X, TikTok e Instagram han señalado que la frase “great genes” evoca discursos utilizados por movimientos eugenésicos en Estados Unidos, que promovían la reproducción selectiva entre personas blancas mientras justificaban prácticas como la esterilización forzada de minorías.

Un usuario en X comentó: “Me gusta Sydney Sweeney, pero ‘asegurar la existencia de nuestro pueblo y un futuro para los niños blancos’ parece un eslogan sacado de una pesadilla supremacista para vender jeans”. Otro señaló la falta de diversidad en el equipo creativo: “Esto pasa cuando no hay personas racializadas en la sala. Se enfocaron tanto en su ‘ingenioso’ juego de palabras que ignoraron lo obvio para cualquiera que no sea blanco”.

La profesora Sayantani DasGupta, en un video viral de TikTok, analizó cómo la campaña “está impregnada de mensajes eugenésicos”, relacionándola con un contexto político antiinmigrante.

Además, la campaña ha sido criticada por su falta de claridad en el mensaje social que supuestamente busca promover. American Eagle anunció que las ganancias de “The Sydney Jean”, con un motivo de mariposa en el bolsillo trasero como símbolo de concientización sobre la violencia doméstica, se donarán a Crisis Text Line, una organización de apoyo en salud mental. Sin embargo, usuarios en X han señalado que este propósito no es evidente en los anuncios: “Jamás imaginarías que están recaudando fondos para violencia doméstica viendo los videos”.

Por otro lado, sectores conservadores han celebrado la campaña como un rechazo al marketing “woke”, interpretándola como una crítica a la cultura de la inclusión forzada. Un post en X afirmó: “La campaña de Sweeney prueba que el talento y la confianza no se tambalean ante el ruido”. Esta polarización refleja la división cultural en Estados Unidos, donde el contexto político, marcado por discursos antiinmigrantes, ha amplificado las reacciones. Paradójicamente, la controversia ha beneficiado financieramente a American Eagle.

Según Euronews, las acciones de la marca subieron un 15% desde el lanzamiento, incrementando su valor de mercado en unos 310 millones de dólares. Algunos especulan que la polémica fue intencional para generar viralidad, aunque ni Sweeney ni American Eagle han emitido comentarios oficiales al respecto, a pesar de las exigencias de explicaciones en redes sociales.

La campaña, que buscaba combinar humor, estilo retro y el carisma de Sweeney, ha terminado siendo un caso de estudio sobre la importancia del contexto histórico y social en la publicidad.

El juego de palabras, aunque pretendía ser ligero, tocó fibras sensibles, demostrando cómo un mensaje aparentemente inofensivo puede desencadenar un debate global sobre raza, inclusión y responsabilidad corporativa.