La elección de un nuevo Papa, uno de los eventos más significativos para la Iglesia Católica, se lleva a cabo mediante un proceso ancestral conocido como el Cónclave. Este ritual, cargado de tradición y secretismo, reúne a los cardenales electores en la Capilla Sixtina para seleccionar al sucesor de San Pedro.
El Cónclave comienza tras la muerte o renuncia del Papa reinante, cuando el Camarlengo, encargado de administrar los asuntos de la Iglesia durante la Sede Vacante, convoca a los cardenales menores de 80 años, quienes son los únicos con derecho a voto según la constitución apostólica Universi Dominici Gregis.
Actualmente, el número de cardenales electores no puede superar los 120, aunque el Papa puede modificar esta cifra.
Preparativos y Ceremonias
Antes del Cónclave, los cardenales se reúnen en las Congregaciones Generales para discutir los desafíos de la Iglesia y organizar los detalles del proceso. Mientras tanto, en el Vaticano, se prepara la Capilla Sixtina: se instalan estufas para quemar las boletas de votación y se asegura que el lugar esté libre de dispositivos electrónicos, garantizando total confidencialidad. Los cardenales juran mantener el secreto bajo pena de excomunión.
Los electores se alojan en la Casa Santa Marta, un edificio dentro del Vaticano, pero una vez iniciado el Cónclave, permanecen aislados del mundo exterior. Este aislamiento busca evitar influencias externas y fomentar un ambiente de oración y reflexión.
El Proceso de Votación
El Cónclave propiamente dicho comienza con la procesión de los cardenales hacia la Capilla Sixtina, donde entonan el himno Veni Creator Spiritus para invocar la guía del Espíritu Santo. Tras cerrar las puertas –de donde proviene la expresión “extra omnes” (todos fuera)–, se inician las votaciones.
Cada cardenal escribe el nombre de su candidato en una boleta con la frase “Ego eligo” (yo elijo). Las boletas se depositan en un cáliz, se cuentan y se leen en voz alta. Para ser elegido, un candidato debe obtener dos tercios de los votos. Se realizan hasta cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y dos por la tarde.
Se cerraron la puertas de la Capilla Sixtina para dar comienzo al cónclave. https://t.co/qALhyEU409 pic.twitter.com/SBPKiO3IIR
— MDZ Online (@mdzol) May 7, 2025
Tras cada ronda, las boletas se queman en una estufa. Si no hay elección, se añade una sustancia química para producir humo negro (fumata nera), visible desde la Plaza de San Pedro. Cuando un candidato logra la mayoría requerida, el humo es blanco (fumata bianca), señalando al mundo que hay un nuevo Papa.
La Aceptación y el Anuncio
El cardenal elegido es preguntado por el Decano del Colegio Cardenalicio si acepta el cargo y qué nombre papal escogerá. Una vez aceptado, el nuevo Papa se retira a la “Sala de las Lágrimas” para vestirse con las vestiduras pontificias. Finalmente, desde el balcón de la Basílica de San Pedro, el Cardenal Protodiácono proclama: “Habemus Papam” (tenemos Papa), presentando al nuevo líder de la Iglesia.
Un Ritual de Siglos
El Cónclave combina espiritualidad, solemnidad y un estricto protocolo que ha evolucionado a lo largo de los siglos. Aunque las reglas han sido ajustadas por diversos pontífices, su esencia permanece: elegir al Papa en un ambiente de oración, libre de presiones externas. Este proceso no solo determina el liderazgo de la Iglesia Católica, sino que también captura la atención de millones de fieles y observadores en todo el mundo, quienes aguardan con expectación el humo blanco que anuncia la llegada de un nuevo Vicario de Cristo.