Por Ana Elia Rodríguez Mendívil

Cada 17 de febrero, desde 2004, se conmemora el Día Internacional del Juego Responsable, esta fecha fue establecida por el International Centre for Responsible Gaming (ICRG) con el objetivo de sensibilizar a la población sobre los riesgos asociados a los juegos de azar y promover prácticas seguras tanto para jugadores como para la sociedad en general. La industria del juego, aunque puede ser legal y regulada en muchos países, ha sido históricamente un sector vulnerable al lavado de dinero y la infiltración del crimen organizado, lo que la convierte en un punto de interés para las políticas de seguridad pública.

El juego de azar ha existido desde la antigüedad, pero con la llegada del juego en línea y la expansión de los casinos físicos, los problemas asociados crecieron considerablemente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido el trastorno por juego como un problema de salud mental, caracterizado por la pérdida de control sobre la actividad lúdica, el deterioro en la vida personal y financiera del jugador y la incapacidad para detenerse a pesar de las consecuencias negativas. Se estima que entre el 1 y el 3 por ciento de la población mundial, experimenta estos problemas, por lo que tal organismo la catalogó como una enfermedad que afecta el comportamiento impulsivo y catalogó tres factores de riesgo para ello: los genéticos que incluyen antecedentes de ansiedad y depresión, los entornos sociales propensos al juego y la falta de educación sobre sus riesgos.

Las apuestas desmedidas afectan tanto al individuo como a sus familias y, por ende, el entorno de las comunidades. Por ello, se considera que el juego responsable promueve la implementación de medidas como la autolimitación, la transparencia en las probabilidades de ganancia, la autoexclusión voluntaria y programas de prevención y tratamiento para personas con problemas de ludopatía. Sin embargo, más allá de los efectos en la salud mental, los juegos de azar han sido utilizados como una herramienta clave para la delincuencia organizada, lo que agrava su impacto social.

En México, la relación entre el crimen organizado y los juegos de azar ha sido documentada durante años. Prácticamente todos los grupos delictivos han utilizado los casinos, incluyendo las “inocentes maquinitas de la tiendita” como centros de lavado de dinero, aprovechando el alto flujo de efectivo y la dificultad para rastrear las transacciones. Por otra parte, en algunas regiones del país, los cárteles han extorsionado a los propietarios de casinos para obtener pagos a cambio de “protección”, o han tomado el control directo de estos establecimientos.

Uno de los episodios más trágicos en la memoria colectiva de este país, fue el ataque ocasionado al Casino Royale en Monterrey, en 2011, donde un grupo armado incendió el lugar en un acto de represalia, causando la muerte de 52 personas. Este evento puso en evidencia su falta de regulación y control, así como la facilidad con la que el crimen organizado opera en este sector.

Además de los lugares o espacios físicos para llevarlo a cabo, el crecimiento de las apuestas en línea ha complicado aún más la supervisión de esta actividad. Muchas plataformas operan sin regulación clara y permiten la circulación de grandes sumas de dinero sin mecanismos efectivos para detectar actividades ilícitas.

En la república mexicana, Coahuila es uno de los estados que ha aplicado estrategias más rigurosas para combatir el crimen organizado en la industria del juego. En 2012 se aprobaron las reformas a los incisos a), d) y f) de la fracción III del artículo 158-U, de la Constitución Política del Estado de Coahuila de Zaragoza, con la que se prohibieron completamente los casinos (entre otro tipo de establecimientos), bajo el argumento de que muchos operaban sin permisos adecuados y que algunos estaban vinculados con el financiamiento del crimen. Esta medida fue acompañada por una mayor vigilancia policial y acciones para desmantelar redes criminales en la región.

Aunado a lo anterior, el gobierno del estado fortaleció su modelo de seguridad mediante la coordinación entre fuerzas estatales y federales, el incremento en la capacitación de la policía y el uso de tecnología de videovigilancia. De igual manera se establecieron filtros de seguridad en carreteras para restringir el tráfico de drogas y armas, lo que ayudó considerablemente a reducir la violencia en el estado.

Como resultado de estas políticas, Coahuila ha sido reconocida como uno de los estados más seguros de México, con menores índices de homicidios y delitos de alto impacto en comparación a su propio pasado y con otras entidades. Sin embargo, el desafío persiste, especialmente con el crecimiento de las apuestas en línea y la necesidad de una regulación más estricta a nivel federal, pues el Gobierno de México, no ha revisado el tema, ni lo ha puesto al menos en la mesa de negociaciones legislativas.

En conclusión, el Día Internacional del Juego Responsable no sólo debe enfocarse en la prevención de la ludopatía, sino también en el impacto social y de seguridad pública que el juego de azar puede tener cuando no es regulado adecuadamente. La experiencia de México muestra cómo los criminales siguen aprovechado esta industria, poniendo en riesgo la seguridad de los ciudadanos.

El caso de Coahuila demuestra que una estrategia integral, que combine el control del juego con políticas de seguridad eficientes, puede contribuir a la reducción de la delincuencia. Sin embargo, el auge de las apuestas en línea y la falta de una regulación uniforme siguen siendo desafíos clave para garantizar un entorno de juego seguro y libre de influencias criminales. Es fundamental que las autoridades continúen fortaleciendo las regulaciones y promoviendo el juego responsable como un elemento clave en la seguridad y el bienestar social.

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17 de febrero. Hoy hace 32 años que di el primer paso en mi trajinar en el servicio público. Hasta hoy no me arrepiento de ninguna acción o decisión realizada en mi compromiso con la población a la que he servido con fe, transparencia y trabajo. Creo fehacientemente que en este tema, he jugado responsablemente.

Nos vemos en la próxima entrega.