Por Israel Reyes
Hablar de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) es recordar una época en la que el poder obrero tenía un peso real en la política mexicana. Fundada en 1936, bajo el gobierno de Lázaro Cárdenas, la CTM nació como una herramienta clave para integrar a los trabajadores al proyecto revolucionario. Fue el brazo fuerte del Partido Revolucionario Institucional (PRI), una alianza que durante décadas resultó imbatible. Si el PRI era el cerebro de la política mexicana, la CTM era su músculo. Pero, como todo gigante, su tiempo de gloria no duró para siempre.
En su apogeo, la CTM no solo garantizaba millones de votos para el PRI, sino que también ejercía un control absoluto sobre el movimiento obrero. Sus líderes, conocidos como “charros”, eran figuras poderosas que negociaban directamente con presidentes y empresarios. Sin embargo, con el paso de los años, el desgaste, la corrupción y las nuevas dinámicas laborales comenzaron a pasarle factura. Hoy, la CTM se encuentra en un punto de quiebre, enfrentada no solo a los cambios en el panorama político, sino también a su propio partido: el PRI.
La CTM y el PRI: una alianza en ruinas
La relación entre la CTM y el PRI siempre fue simbiótica. El partido necesitaba los votos y la movilización que la confederación garantizaba; a cambio, la CTM recibía privilegios, posiciones políticas y un lugar privilegiado en la mesa de decisiones. Pero esa alianza, que una vez parecía inquebrantable, ha comenzado a resquebrajarse.
Con la llegada de Alejandro “Alito” Moreno a la dirigencia priista, los vientos de cambio se convirtieron en tormenta. Alito prometió modernizar al PRI, sacudir a los “lastres” del partido y apostar por una nueva fórmula para competir en las elecciones. En su visión, esto significaba dejar atrás a los sectores tradicionales, incluyendo a la CTM, y enfocarse en una coalición con el PAN y el PRD, bajo la bandera del Frente Amplio Opositor.
El resultado fue desastroso. La estrategia electoral no solo fracasó al enfrentarse al peso de Morena y su candidata Claudia Sheinbaum, sino que también terminó alienando a los viejos aliados del PRI. Carlos Aceves del Olmo, líder nacional de la CTM, quedó marginado de las listas “seguras” para el Senado, y la confederación fue señalada por no cumplir con las metas electorales. Este desencuentro fue la gota que derramó el vaso en una relación ya deteriorada.
El ajuste de cuentas
El principal legado de Carlos Aceves del Olmo, quien se espera que prepare su salida como líder de la CTM, podría ser la desvinculación definitiva de la central obrera del PRI. Esto marcaría el fin de una era en la que la CTM era uno de los pilares del partido. Sin embargo, la confederación también enfrenta desafíos internos, como la sucesión de liderazgo y la pérdida de influencia en sectores clave, como el automotriz, donde los sindicatos pro-Morena han comenzado a ganar terreno.
El declive del PRI y la CTM: una historia compartida
El declive de la CTM no puede entenderse sin el declive paralelo del PRI. Ambos fueron símbolos del sistema político que dominó México durante el siglo XX, pero los cambios sociales, económicos y políticos de las últimas décadas los han dejado rezagados. El voto joven, que alguna vez fue clave para el PRI, ahora está firmemente del lado de Morena. Las nuevas generaciones ven a la CTM como una reliquia del pasado, asociada con corrupción y prácticas antidemocráticas.
Por su parte, el PRI, bajo el liderazgo de Alito Moreno, parece más enfocado en mantener el control interno que en reconstruir su base social. Los viejos liderazgos han sido desplazados por un grupo reducido de aliados que manejan al partido como un club exclusivo.
¿Qué Sigue para la CTM?
El futuro de la CTM está lleno de incertidumbre. Sin el respaldo del PRI, la confederación deberá buscar nuevas formas de mantenerse relevante en un panorama laboral y político cada vez más fragmentado. Algunos líderes cetemistas tienen apoyo para tomar las riendas, pero enfrentan la fuerza de figuras como Pedro Haces, quien representa una nueva generación de liderazgos sindicales alineados con Morena.
Mientras tanto, el PRI enfrenta su propia encrucijada. La coalición con el PAN y el PRDno ha dado los resultados esperados, y la estrategia de Alito Moreno ha dejado al partido más dividido que nunca. La pérdida de aliados tradicionales, como la CTM, podría ser un golpe definitivo para un PRI que ya lucha por mantenerse a flote.
El fin de una era
La ruptura entre la CTM y el PRI no es solo una crisis más; es un símbolo del colapso de un sistema político que dominó México durante décadas. Las estructuras que alguna vez parecían inamovibles ahora se tambalean, y tanto el PRI como la CTM enfrentan el desafío de reinventarse o desaparecer.
En un país donde las nuevas generaciones exigen transparencia, democracia y resultados, ni la CTM ni el PRI parecen estar a la altura de las circunstancias. Su historia conjunta es un recordatorio de cómo el poder absoluto puede llevar al estancamiento, y cómo el cambio, aunque doloroso, es inevitable. ¿Será este el final del gigante obrero y su antiguo aliado político? Solo el tiempo lo dirá, pero una cosa es segura: el México de hoy ya no es el México del siglo XX.