Son una maravilla geológica que transporta a un mundo diferente. Este paisaje único, formado por la acumulación de cristales de yeso, ofrece una experiencia visual y sensorial incomparable. Al pasear entre las dunas, los visitantes pueden admirar cómo la luz del sol juega con los tonos blancos y plateados del yeso, creando un ambiente mágico y surrealista.
Las dunas, blancas como copos de nieve, parecen sacadas de una película de ciencia ficción, haciendo que muchos describan su visita como una experiencia de otro planeta.
La arena de yeso tiene la particularidad de ser fría al tacto y muy relajante, no se pega a la piel, lo que añade una sensación de confort durante el recorrido. Estas formaciones se han ido moldeando a lo largo de miles de años debido a la acción del viento, las lluvias y la humedad, creando un paisaje en constante evolución.
Además de las dunas, en la zona se encuentran impresionantes montículos de yeso. Uno de los más notables es llamado “El Castillo”, que alcanza los 12 metros de altura y se erige como un testimonio de la majestuosidad natural de Cuatro Ciénegas. Este lugar, con su belleza extraterrestre, invita a la contemplación y al asombro, consolidándose como una joya natural de México que merece ser explorada y preservada.
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